18 marzo, 2015

Deshielo


Ayer al despertar oí el grito de la primera golondrina que ha llegado a Palma. Abrí corriendo la ventana y ya no estaba. No he vuelto a oírla pero esto quiere decir que en cualquier momento el cielo se llenará de gritos y carreras. Hace algún tiempo, en Islandia, muy cerca de este lago, nos adentramos en una playa donde anidan miles de charranes árticos. Son unos pájaros que van y vienen de un círculo polar al otro. Es el animal más viajero de la tierra. Cada año suele volar unos 80.000 kilómetros.

Las golondrinas, como los charranes, forman un griterío imparable, parlotean como si tuvieran muchísimo que contar y todo ello con suma urgencia. Nosotros sabemos que si estuvieran en silencio, no habrían viajado.

El embajador holandés ante el rey de Siam pasó varias tardes explicándole al monarca las maravillas de su lejano país, adornando vistosamente su relato acerca de cómo era aquel territorio tan llano, frío y acosado por el mar, cómo construían sus casas y sus violines, cómo tramaban los tejidos y teñían de colores sus ropas, las ceremonias sociales, la elección de los síndicos y los ritos religiosos. También le dijo que «algunas veces en su país el agua se endurecía tanto durante la estación más fría del año, que los hombres caminaban encima, y que soportaría hasta el peso de un elefante, si estuviera allí. A eso replicó el rey: “Hasta este momento he creído todas las cosas extrañas que me has relatado, porque vi en ti un hombre sensato y de honor; pero ahora estoy seguro de que mientes.”» *

Los viajeros tienen que ir con mucho cuidado para no mentir cuando cuentan lo que han visto sus ojos.


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Tomamos todas estas fotos en la desembocadura del glaciar de Breiðamerkurjökull,
en el lago de Jökulsárlón, Islandia.

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